viernes, 9 de noviembre de 2012

LA DEPRESIÓN COMO SECUELA EN LA MUJER VIOLENTADA


UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE DURANGO CAMPUS ZACATECAS  MAESTRÍA EN PSICOLOGÍA CLÍNICA – 4to SEMESTRE                                               
PRESENTA: EDITH MARLENE HUERTA CRUZ

INTRODUCCIÓN

La cultura y la violencia se encuentran presentes día con día en nuestras vidas. Dos hechos unidos y contradictorios. La cultura significa cultivar, cuidar, desarrollar, es decir; la cultura supone el desarrollo humano y la sana convivencia en la familia y la sociedad. Sin embargo, es a través de la cultura que se transmiten y se han hecho naturales e invisibles ciertos actos de violencia.

Se ha encontrado una asociación entre los desordenes afectivos y del estado de ánimo con la violencia.

La depresión es una perturbación del estado de ánimo que se caracteriza por un cambio afectivo en el que predominan sentimientos de tristeza, inutilidad, culpa, impotencia, desaliento, sensación de fatiga, alteraciones del sueño, disminución del deseo sexual, cierta incapacidad para enfrentar algunas situaciones cotidianas, ansiedad, suele acompañarse de enfermedades físicas y pensamientos suicidas.

La ONU (2001) define la violencia contra la mujer como “todo acto de violencia de género que resulte o pueda resultar en daño o sufrimiento físico, sexual, psicológico de la mujer, incluyendo la amenaza de dichos actos, la coerción o la privación arbitraria de la libertad que perturbe la subordinación de la mujer tanto en la vida pública como privada”

Aun cuando hoy en día es común hablar de personas que se encuentran “deprimidas” para referirse a estados temporales de tristeza, la depresión es en realidad una enfermedad, llamada clínicamente episodio depresivo mayor, trastorno que afecta a muchas personas en muchos casos con consecuencias fatales.

En las culturas más diversas se ha encontrado que el maltrato físico de la pareja, ocurre más a menudo en las sociedades en las cuales los hombres tienen el poder económico y se encargan de la toma de decisiones en el hogar; donde las mujeres no tienen apoyo y donde los adultos recurren habitualmente a la violencia para resolver sus conflictos.

ANTECEDENTES

Resulta paradójico que exista mucha ignorancia alrededor de la depresión, aun cuando se conoce desde hace mucho tiempo. Alrededor de la depresión cómo enfermedad existe una gran confusión y, mientras se estime que depresión es simplemente sinónimo de tristeza, se estará frente a una situación delicada. Hipócrates, padre de la medicina moderna, se refería a ella muy objetivamente, como melancolía, palabra proveniente de melanos, negro, y cole, bilis, o sea, tener bilis negra o humor negro; es la necritud, la pérdida de la alegría de vivir y la falta de contento de los enfermos deprimidos. Hipócrates creía ver la presencia de ese humor negro, esa bilis negra, una falta de  color o luz interior en la vida de los sujetos y los llamaba melancólicos. En definitiva,  según Ernesto Lammoglia los términos antiguos eran más claros y precisos que los actuales.

Quizá estamos equivocados al utilizar la palabra “depresión” para describir a esta enfermedad, por lo cual deberíamos llamarla melancolía; pero si analizamos el concepto, veremos que en realidad las funciones orgánicas se deprimen, hay un abatimiento y una disminución notoria en todas las funciones vitales.

OBJETIVO

Reflexionar  a mayor profundidad acerca de la relación que existe entre la violencia de género y la depresión, es decir la manera en que afecta físicamente así como las causas de muerte más fatales; y que además de poder brindar un tratamiento oportuno, como promotores de la salud mental impulsar herramientas de prevención.

Dar a conocer los factores de riesgo que hacen que una persona sea más susceptible a sufrir las consecuencias de la depresión a causa de la violencia.

 

JUSTIFICACIÓN

Aunque la dualidad violencia-depresión es algo que se aprecia diariamente, pocas veces se ahonda en todos y cada uno de los elementos implícitos de dicha relación.

La violencia presenta múltiples formas y debido a que estas se repiten a través de la cultura, de generación en generación, su práctica puede ser invisible a la vez; es decir, tanto las familias como la sociedad están acostumbradas a la violencia al grado que forma parte de lo cotidiano y “normal”, por lo que difícilmente se visualiza como patología.  

Sin embargo, la mayoría de las mujeres víctimas de violencia, pueden llegar a tolerar el maltrato, lo cual hace que cada integrante de la pareja se enganche en su papel: de maltratada o maltratador. Como consecuencia, la mujer víctima de una relación destructiva empieza a vivir un estrés que, poco a poco, la deteriora física y mentalmente.

Entonces se puede decir, que si se presenta la violencia, aunada a ella se va a generar estrés y ansiedad, entonces tienden a presentarse enfermedades físicas que muchas veces tienen como consecuencia la muerte, y lo que se esconde detrás de esa tortuosa situación es una depresión que bien puede ser tratada.

Si realmente se reflexiona acerca de este problema de salud pública, como profesionistas podemos contribuir en la adopción de estilos de vida más saludables.

DESARROLLO  

La depresión es un estado emotivo de actividad psicofísica baja y desagradable, que puede ser normal o patológico (Es preferible llamar abatimiento a la manifestación normal, aludiendo al estado de desaliento del espíritu; en un sentido patológico la palabra depresión designa una disposición psíquica de desesperación y un marcado sentimiento de insuficiencia).

La depresión es la gran enmascaradora o encubridora, por que se oculta detrás de otras enfermedades; a pesar de ello, resulta poco conocida no solo por los médicos generales, sino también por quienes se dicen especialistas en las ciencias del comportamiento. Se ha creado una gran confusión entre la depresión como enfermedad y el uso de la palabra depresión como termino coloquial común que señala un estado de ánimo, generalmente de tristeza, el cual permanece durante uno o varios días.

De acuerdo con el Dr. Ernesto Lammoglia la depresión es un trastorno bioquímico, determinado por algunas deficiencias de origen genético, que constituye una manera de afección física. La depresión como enfermedad suele instalarse en el sujeto hasta acabar con su vida y mientras tanto, afecta áreas vitales del comportamiento. La afectación puede ser tan severa que no deja libre sistema alguno del organismo humano y provoca, por ejemplo, enfermedades en la piel, el aparato digestivo, las uñas, el cabello, los ojos o en las vías urinarias. Se trata de una enfermedad sistemática que como tal afecta a todo el organismo y a sus partes.

En el cerebro existen dos sustancias, la noradrenalina y la serotonina, que tienen como función activar la transmisión de impulsos de alerta de los sistemas vitales. Las respuestas en el área intelectual, los ciclos del sueño y la vigilia, los estados de ánimo, las actividades, muscular, vascular y cardiaca, y los sistemas digestivo y genitourinario dependen totalmente de estas sustancias. Si la noradrenalina y la serotonina se pierden, la respuesta del organismo en todos estos campos será mucho más lenta, se verá abatida y la capacidad de respuesta se hallará deprimida.

La depresión se puede definir como reacción emocional caracterizada por sentimientos de tristeza, soledad, rechazo, fracaso o desesperanza, o una combinación de éstos.  Existen diferentes causas la  depresión,  según Liz Maclaren pueden ser las siguientes:

·         Aislamiento o soledad

·         Factores ambientales

·         Estatus y rol de las mujeres

·         El rol de la fortaleza

·         Depresión durante el embarazo

·         La menopausia

·         Síndrome premenstrual

·         Factores psicológicos

·         Desequilibrio psicológico en el pensamiento

·         Enfermedad física

·         Depresión postoperatoria

Detonadores potenciales, es probable, que la clase de depresión que al parecer es más comprensible desde el punto de vista de las causas, es la llamada depresión reactiva. Como el nombre lo indica, esta depresión parece ocurrir como respuesta a un determinado evento en nuestras vidas que nos trastorna y que comúnmente es doloroso. Puede ser indicador de enfermedad mental cuando es una reacción desproporcionada a las circunstancias que la generan; o cuando dura más del tiempo razonable.  

Los problemas maritales, ocupacionales, académicos y de abuso de sustancias por lo general están presentes en la depresión”

“Hasta un 15% de los individuos con trastorno depresivo mayor mueren por suicidio; además, es factible que se observe una tasa más alta de muerte prematura como resultado de enfermedades médicas generales entre personas deprimidas1

La mujer víctima de una relación destructiva, puede morir como consecuencia de alguna enfermedad producida por la propia depresión, mediante la disminución de los sistemas inmunológicos. 

1) Nezu, Arthur. “Formulación de casos y diseño de tratamientos cognitivo-conductuales” Ed. Manual Moderno. México DF. 2006 Pp.65

Pero cuales son los factores que hacen de la mujer un blanco fácil para ser violentada.   

Factores asociados con el riesgo de que un hombre maltrate a su mujer:

Factores individuales: edad joven, beber en exceso, depresión, trastornos de la personalidad, poca instrucción, bajos ingresos, haber presenciado o sufrido violencia de niño”.

Repercusiones del maltrato de pareja en la salud

Haber sido víctimas de violencia pone a las mujeres en mayor riesgo de:

1) Depresión

2) Intentos de suicidio

3) Síndromes de dolor crónico

4) Trastornos psicosomáticos

5) Lesiones físicas

6) Trastornos de aparato digestivo

7) Diversos problemas de salud reproductiva”2

 “Conforme se desarrolla la relación amorosa, la mujer victima de maltrato, frecuentemente descuida su aspecto físico y se deja engordar, además recurre al alcohol y las drogas. Sufre migrañas, trastornos gastrointestinales, problemas de sueño o apetito. Su desempeño laboral se deteriora y puede perder su empleo. Si es profesionista o tiene la posibilidad de cursar una prometedora carrera profesional, prefiere abandonarla y ocupar pequeños cargos sin relación con sus ambiciones generales o capacidad. Con frecuencia sufre ataques de llanto y angustia y cae en profundos estados de tristeza”3   

2) Pizarro Villalobos, H. “Violencia de género”, Ed. Ujed. Durango, Dgo. 2007 Pp.102-103

3) Lammoglia, E. “El triangulo del dolor” Ed. De bolsillo. México DF, 2004 P.53

En algunos estudios de la Organización Mundial de la Salud se muestra que el riesgo de padecer depresión para la mujer es de dos a tres veces mayor que para el hombre. Algunos factores de riesgo para la depresión de las mujeres son:

·         El matrimonio tradicional.

·         El cumplir el rol exclusivo de ama de casa.

·         La doble jornada de trabajo que provoca gran cansancio y estrés.

·         El tener tres o más hijos pequeños. El cuidar a los niños, además de agotador, cuando se realiza como única actividad, puede llevar a sentimientos de extrema soledad e incomprensión.

·         El ser madre soltera, con la responsabilidad de la economía familiar y el cuidado de los hijos.

·         La falta de soporte o ayuda de amigos o familiares, el sentimiento de no tener a nadie que otorgue apoyo emocional y comprensión.

·         La falta de cercanía afectiva, de comunicación con la pareja.

·         La centralización exclusiva en el poder de los afectos y el descuido o la exclusión del poder racional y económico.

La depresión, a su vez es un factor de riesgo para el consumo de alcohol, por sus efectos desinhibidores y euforizantes, ya que permite alegrarse un poco, ayuda a olvidar momentáneamente y a huir de la realidad.

Es importante considerar que la depresión materna es, al mismo tiempo un factor de riesgo para la depresión infantil y adolescente.

Características emocionales de las mujeres que sufren maltrato.

Baja autoestima. La valoración de las mujeres violentadas en sus hogares disminuye; sufren la pérdida de su valía personal, del amor hacia sí mismas y del respeto que merecen; no se sienten capaces de manejarse en todos los ámbitos de su vida.                                                  

Aislamiento. La persona agredida tiene la sensación de ser la única a la que le ocurre el maltrato y además, tiende a no comunicarse con los otros. Finalmente termina por romper con todas sus redes sociales y eso la hace que se sienta sola.

Miedo al agresor. Esto es un producto de las constantes amenazas o manipulaciones, además de las mismas experiencias de la violencia que han vivido, por lo que consideran que su pareja es capaz de cumplir sus amenazas.

Inseguridad. La persona que sufre maltrato se siente imposibilitada para tomar decisiones y carece de seguridad en lo que hace, pues la convivencia con el agresor y la transmisión de la idea de que el mundo es amenazante para ella le hace suponer que le resultará difícil enfrentarse a tal situación.

Vergüenza. Las mujeres maltratadas presentan dificultades para verbalizar su experiencia, ya que se culpan por lo que les ocurre. Son introvertidas y tienden a guardar silencio sobre su situación.

Culpa. Asumir que lo que les pasa es solo responsabilidad de ellas, y como no están haciendo las cosas “bien” merecen ser tratadas de esa forma.

Dependencia. En algunas ocasiones las mujeres maltratadas dependen de la aprobación del otro para decidir, sentir, pensar y actuar.

Depresión. En términos generales, se refiere a la pérdida del sentido de la vida y se manifiesta con la tristeza de no haber podido mantener una relación, la armonía de su hogar y la estabilidad con sus hijos, por no haber cubierto las expectativas que se esperaban de ella o por haber roto la estructura familiar. En algunos casos, se encuentra el uso o abuso de drogas, alcohol o medicamentos por parte de las mujeres violentadas, como forma de desahogo o mecanismo para sobrellevar la dinámica de la violencia.

Otras afecciones que padecen las mujeres violentadas son:

Síndrome de indefensión aprendida. La persona violentada se adapta a las circunstancias y al maltrato empleando mecanismos como la minimización, la autovictimización y la negación de los hechos; prefieren hacer cualquier cosa para minimizar su dolor y aumentar las probabilidades de supervivencia, en lugar de arriesgarse a que la lastimen o maten tratando de escapar.                                   La mujer es cada vez más sumisa e introvertida por miedo de despertar la cólera del agresor; su imagen y su autoestima se devalúan al grado de percibirse en la indefensión aprendida, esto es en el desamparo condicionado que hace nula la posibilidad de reacción provocada por la desesperanza y el continuo fracaso en detener la violencia del hombre.

Síndrome de Estocolmo. Se refiere a la reacción de suma dependencia que la victima establece con el agresor como mecanismo de supervivencia.

Síndrome de fatiga crónica. Tiene su origen en un desequilibrio emocional que produce agotamiento e insatisfacción. Se presenta ansiedad, olvidos disminución de la concentración y la memoria, falta de voluntad, etc.

Desorientación. Se refiere a la desubicación espacio temporal.

Letargia. Disminución de la actividad motora y somnolencia.

Rumia mental. La mujer no deja de pensar en los episodios violentos, busca sus fallas o defectos acompañados de ideas de destrucción y sometimiento. Tiene deseos de matar o morirse y esta condición la sigue agotando cada vez más.

Además, las mujeres agredidas se asumen como propiciadoras de actos violentos, causantes de la infelicidad de sus hijos, incapaces de proporcionar felicidad o satisfacción a su pareja; el enojo generado por la violencia recibida es canalizado, principalmente hacia los hijos y hacia ellas mismas, lo que puede manifestarse en padecimientos somáticos; se apegan a lo que tradicionalmente les manda su papel de género, sienten que no tienen el poder para cambiar su estilo de vida y más bien colocan el poder fuera de ellas.  

El estrés y la depresión afectan, igualmente, a todas las células del organismo, entorpecen sus funciones y dan origen a numerosas enfermedades, incluidas las más mortales y dolorosas.

Cómo ya se ha mencionado, pero es necesario enfatizar que algunas de las consecuencias que se pueden presentar son: trastornos del sueño y de la alimentación, enfermedades dermatológicas, cefaleas, alta o baja presión arterial, ulceras, colitis, gastritis, diarreas, colon irritable, embarazo no deseado, enfermedades de transmisión sexual, estrés postraumático y suicidio.

Tratamiento de la depresión

Psicoterapia.

Psicoterapia de apoyo.

Este tipo de terapia tiene como objetivo llevar al paciente hasta lograr su mejor funcionamiento posible, tanto en lo social como en lo psicológico. Ayuda al paciente a elevar su autoestima y su confianza en sí mismo.

Este tipo de terapia en ocasiones se usa como preventiva, ayudando a la persona a manejar aquellos eventos en su vida que puedan considerarse como detonadores de una depresión o de otra enfermedad psicológica, y algunas veces, cuando éstas aún se encuentran en etapa anterior. Este tipo de terapia ayuda a las personas a anticiparse a las dificultades. La persona que se encuentra tomando este tipo de terapia es animada a expresar sus emociones libremente y a que piense y hable acerca del sentido que le dará a su vida cuando ocurra un evento. La terapia de apoyo es muy útil para que la persona depresiva pueda salir adelante.

Terapia de acompañamiento.

Este tipo de terapia consiste en visitar o acompañar al paciente a realizar alguna actividad de  su preferencia, es decir estar con el paciente para que se sienta acompañado y con la finalidad de que se percate  que puede existe alguien más con quien puede contar y esto aumente como recurso.

 

 

Terapia para los familiares.

Es muy importante que los familiares convivan con alguien que está sufriendo depresión, o con quienes ellos sospechan que podría estar desarrollándola. También es importante saber escuchar y demostrar paciencia frente a alguien que está pasando por esta enfermedad ya que puede resultar significativo el hecho de poder contar con alguien con quien compartir sus preocupaciones, con el fin de evitar sentirse cada vez más aislada.

En esta terapia se enfatiza en que los familiares y amigos brinden palabras de aliento que se le deben repetir muchas veces, porque las personas deprimidas tienden a dudar y a preocuparse excesivamente debido a la propia naturaleza del padecimiento. Para que los familiares y amigos puedan hacer llegar el mensaje tranquilizador mediante múltiples ocasiones, deberán de mantenerse los canales de comunicación abiertos.

La importancia de hablar

El ´´tener con quien hablar´´ en casos de depresión puede ser una práctica común para los médicos generales, psiquiatras y psicoterapeutas; pero es importante que las personas depresivas cuenten con alguien con quien hablar en un nivel menos formal. Si los amigos o los familiares se toman el tiempo de tener conversaciones regulares con alguien que está deprimido o con alguien que está al borde de la depresión, se podrá prevenir que la enfermedad los lleve a estados depresivos mayores o incluso que ésta emerja.

Hablar con alguien que haya pasado por lo mismo.

Resulta muy valioso para aquellos que están sufriendo de depresión tener la oportunidad de hablar con alguien que haya padecido la depresión y que se haya recuperado de ella. Es muy importante hablar con personas que están deprimidas, sin importar en que etapa de su padecimiento se encuentren.

 

Grupos de autoayuda.

Consisten en un conjunto de personas que se reúnen porque tienen o han tenido, problemas similares. La idea es que las personas que viven o que ya han vivido esta situación y han salido adelante, son las más indicadas para ayudar a las personas que tienen un problema en particular o a las personas que están sufriendo un desorden determinado. Lo que se sugiere es que se trata de un camino informal, pero valioso, para que las personas trabajen sus problemas dentro de un ambiente amigable y comprensivo.

Medicación.

El uso de antidepresivos que debe ser recetado por el médico general o el psiquiatra.

CONCLUSIÓN Y PROPUESTA

Es importante remarcar que hablar de depresión no es referirse a tristeza; más bien se alude a un abatimiento y una disminución de las capacidades vitales del ser humano que se refleja en muchas otras enfermedades y su asociación con la violencia de género.

Se puede concluir también que como consecuencia de la violencia o maltrato no siempre se manifiesta la depresión en su estado más puro, es decir existe una comorbilidad, además muchas veces lo que se diagnostica es una enfermedad física a la que difícilmente se le encontrara cura, pues el verdadero padecimiento es un trastorno depresivo.

Cómo responsable de la salud mental se debe reflexionar acerca del tema y considerar la importancia de crear redes de apoyo. Las personas se desarrollan a partir de las relaciones que van formando a lo largo de su vida con los demás, dichas relaciones con otros miembros de la sociedad son constantes, dinámicas y recíprocas, por lo tanto, brindan apoyo emocional y aprendizaje. Las redes promuevan estilos de vida saludables, favorecen la salud mental, otorgan seguridad y reducen el estrés.

La familia, la escuela y el grupo de amigos son los contextos cercanos a la persona; es decir son sus redes de apoyo primarias. Existen desde luego, otras redes que surgen de acuerdo con las actividades que se desempeñan y los entornos que se frecuentan y que pueden ser más amplios por ejemplo, los vínculos con las personas que están en otros ambientes como el recreativo, el deportivo, cultural y el laboral.

Mientras más amplias sean las redes, habrá mayor protección contra cualquier trastorno mental o emocional. Por el contrario si las redes de apoyo son reducidas, existirán más probabilidades de sufrir enfermedades más severas como la depresión. 

Las redes sociales de apoyo son entonces necesarias para el desarrollo de las personas. Se requieren para organizar las actividades de educación, formación y de crecimiento.  Cuando hombres y especialmente las mujeres se enfrentan a problemas o crisis, esas redes o grupos brindan apoyo respondiendo a esos conflictos. Las relaciones con una o más personas son necesarias para resolver los problemas adecuadamente.

En los casos de violencia o maltrato las redes de apoyo tienden a ser débiles. Entonces la tensión, la ansiedad, la angustia, la depresión, la agresión, intolerancia, el estrés se agudizan y pueden afectar a varios miembros de la familia no solo a la víctima. 

Por ello es importante favorecer los contactos extrafamiliares con amigos, vecinos, compañeros de la escuela o de trabajo, y con los conocidos que frecuentan espacios de recreación, clubs y grupos de la comunidad. Es conveniente, propiciar en la mujer actividades extrafamiliares y extracurriculares que estimulen estilos de vida saludables; por ejemplo, practicar algún deporte, alguna actividad artística, integrarse a grupos de lectura, o acudir a instituciones de servicio que brinden ayuda.

 

 

BIBLIOGRAFÍA.

Sarason. “Psicología anormal: el problema de la conducta inadaptada” Ed. Pearson. México, 2006.  

Nezu, Arthur. “Formulación de casos y diseño de tratamientos cognitivo-conductuales” Ed. Manual Moderno. México DF, 2006

Jeammet P. y cols. “Psicología médica” Ed. Masson. Barcelona España, 2003

Bellak. “Psicoterapia breve y de emergencia” Ed. Pax. México DF, 1980  

Lammoglia, E. “El triangulo del dolor” Ed. De bolsillo. México DF, 2004

Pizarro Villalobos, H. “Violencia de género”, Ed. Ujed. Durango, Dgo, 2007

Centros de Integración Juvenil, A.C “Mujer y drogas. Recomendaciones preventivas”.  Zacatecas, 2004

Fernández C. y cols. “violencia familiar y adicciones. Recomendaciones preventivas”. México 2007

MacLaren Liz. “Como entender y aliviar la depresión” Ed. Tomo, 2004

 

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