UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE DURANGO CAMPUS
ZACATECAS MAESTRÍA EN PSICOLOGÍA CLÍNICA
– 4to SEMESTRE
PRESENTA: EDITH MARLENE HUERTA CRUZ
INTRODUCCIÓN
La
cultura y la violencia se encuentran presentes día con día en nuestras vidas.
Dos hechos unidos y contradictorios. La cultura significa cultivar, cuidar,
desarrollar, es decir; la cultura supone el desarrollo humano y la sana
convivencia en la familia y la sociedad. Sin embargo, es a través de la cultura
que se transmiten y se han hecho naturales e invisibles ciertos actos de
violencia.
Se
ha encontrado una asociación entre los desordenes afectivos y del estado de
ánimo con la violencia.
La
depresión es una perturbación del estado de ánimo que se caracteriza por un
cambio afectivo en el que predominan sentimientos de tristeza, inutilidad,
culpa, impotencia, desaliento, sensación de fatiga, alteraciones del sueño,
disminución del deseo sexual, cierta incapacidad para enfrentar algunas
situaciones cotidianas, ansiedad, suele acompañarse de enfermedades físicas y
pensamientos suicidas.
La
ONU (2001) define la violencia contra la mujer como “todo acto de violencia de
género que resulte o pueda resultar en daño o sufrimiento físico, sexual,
psicológico de la mujer, incluyendo la amenaza de dichos actos, la coerción o
la privación arbitraria de la libertad que perturbe la subordinación de la
mujer tanto en la vida pública como privada”
Aun
cuando hoy en día es común hablar de personas que se encuentran “deprimidas”
para referirse a estados temporales de tristeza, la depresión es en realidad
una enfermedad, llamada clínicamente episodio depresivo mayor, trastorno que
afecta a muchas personas en muchos casos con consecuencias fatales.
En
las culturas más diversas se ha encontrado que el maltrato físico de la pareja,
ocurre más a menudo en las sociedades en las cuales los hombres tienen el poder
económico y se encargan de la toma de decisiones en el hogar; donde las mujeres
no tienen apoyo y donde los adultos recurren habitualmente a la violencia para
resolver sus conflictos.
ANTECEDENTES
Resulta
paradójico que exista mucha ignorancia alrededor de la depresión, aun cuando se
conoce desde hace mucho tiempo. Alrededor de la depresión cómo enfermedad existe
una gran confusión y, mientras se estime que depresión es simplemente sinónimo
de tristeza, se estará frente a una situación delicada. Hipócrates, padre de la
medicina moderna, se refería a ella muy objetivamente, como melancolía, palabra
proveniente de melanos, negro, y cole, bilis, o sea, tener bilis negra o humor
negro; es la necritud, la pérdida de la alegría de vivir y la falta de contento
de los enfermos deprimidos. Hipócrates creía ver la presencia de ese humor
negro, esa bilis negra, una falta de
color o luz interior en la vida de los sujetos y los llamaba
melancólicos. En definitiva, según
Ernesto Lammoglia los términos antiguos eran más claros y precisos que los
actuales.
Quizá
estamos equivocados al utilizar la palabra “depresión” para describir a esta
enfermedad, por lo cual deberíamos llamarla melancolía; pero si analizamos el
concepto, veremos que en realidad las funciones orgánicas se deprimen, hay un
abatimiento y una disminución notoria en todas las funciones vitales.
OBJETIVO
Reflexionar a mayor profundidad acerca de la relación que
existe entre la violencia de género y la depresión, es decir la manera en que
afecta físicamente así como las causas de muerte más fatales; y que además de
poder brindar un tratamiento oportuno, como promotores de la salud mental
impulsar herramientas de prevención.
Dar
a conocer los factores de riesgo que hacen que una persona sea más susceptible
a sufrir las consecuencias de la depresión a causa de la violencia.
JUSTIFICACIÓN
Aunque
la dualidad violencia-depresión es algo que se aprecia diariamente, pocas veces
se ahonda en todos y cada uno de los elementos implícitos de dicha relación.
La
violencia presenta múltiples formas y debido a que estas se repiten a través de
la cultura, de generación en generación, su práctica puede ser invisible a la
vez; es decir, tanto las familias como la sociedad están acostumbradas a la
violencia al grado que forma parte de lo cotidiano y “normal”, por lo que
difícilmente se visualiza como patología.
Sin
embargo, la mayoría de las mujeres víctimas de violencia, pueden llegar a
tolerar el maltrato, lo cual hace que cada integrante de la pareja se enganche
en su papel: de maltratada o maltratador. Como consecuencia, la mujer víctima
de una relación destructiva empieza a vivir un estrés que, poco a poco, la
deteriora física y mentalmente.
Entonces
se puede decir, que si se presenta la violencia, aunada a ella se va a generar
estrés y ansiedad, entonces tienden a presentarse enfermedades físicas que
muchas veces tienen como consecuencia la muerte, y lo que se esconde detrás de
esa tortuosa situación es una depresión que bien puede ser tratada.
Si
realmente se reflexiona acerca de este problema de salud pública, como
profesionistas podemos contribuir en la adopción de estilos de vida más
saludables.
DESARROLLO
La
depresión es un estado emotivo de actividad psicofísica baja y desagradable,
que puede ser normal o patológico (Es preferible llamar abatimiento a la
manifestación normal, aludiendo al estado de desaliento del espíritu; en un
sentido patológico la palabra depresión designa una disposición psíquica de
desesperación y un marcado sentimiento de insuficiencia).
La
depresión es la gran enmascaradora o encubridora, por que se oculta detrás de
otras enfermedades; a pesar de ello, resulta poco conocida no solo por los médicos
generales, sino también por quienes se dicen especialistas en las ciencias del
comportamiento. Se ha creado una gran confusión entre la depresión como
enfermedad y el uso de la palabra depresión como termino coloquial común que
señala un estado de ánimo, generalmente de tristeza, el cual permanece durante
uno o varios días.
De
acuerdo con el Dr. Ernesto Lammoglia la depresión es un trastorno bioquímico,
determinado por algunas deficiencias de origen genético, que constituye una
manera de afección física. La depresión como enfermedad suele instalarse en el
sujeto hasta acabar con su vida y mientras tanto, afecta áreas vitales del
comportamiento. La afectación puede ser tan severa que no deja libre sistema
alguno del organismo humano y provoca, por ejemplo, enfermedades en la piel, el
aparato digestivo, las uñas, el cabello, los ojos o en las vías urinarias. Se
trata de una enfermedad sistemática que como tal afecta a todo el organismo y a
sus partes.
En
el cerebro existen dos sustancias, la noradrenalina y la serotonina, que tienen
como función activar la transmisión de impulsos de alerta de los sistemas
vitales. Las respuestas en el área intelectual, los ciclos del sueño y la
vigilia, los estados de ánimo, las actividades, muscular, vascular y cardiaca,
y los sistemas digestivo y genitourinario dependen totalmente de estas
sustancias. Si la noradrenalina y la serotonina se pierden, la respuesta del
organismo en todos estos campos será mucho más lenta, se verá abatida y la
capacidad de respuesta se hallará deprimida.
La
depresión se puede definir como reacción emocional caracterizada por
sentimientos de tristeza, soledad, rechazo, fracaso o desesperanza, o una
combinación de éstos. Existen diferentes
causas la depresión, según Liz Maclaren pueden ser las siguientes:
·
Aislamiento
o soledad
·
Factores
ambientales
·
Estatus
y rol de las mujeres
·
El
rol de la fortaleza
·
Depresión
durante el embarazo
·
La
menopausia
·
Síndrome
premenstrual
·
Factores
psicológicos
·
Desequilibrio
psicológico en el pensamiento
·
Enfermedad
física
·
Depresión
postoperatoria
Detonadores
potenciales, es probable, que la clase de depresión que al parecer es más
comprensible desde el punto de vista de las causas, es la llamada depresión
reactiva. Como el nombre lo indica, esta depresión parece ocurrir como
respuesta a un determinado evento en nuestras vidas que nos trastorna y que
comúnmente es doloroso. Puede ser indicador de enfermedad mental cuando es una
reacción desproporcionada a las circunstancias que la generan; o cuando dura
más del tiempo razonable.
“Los problemas maritales, ocupacionales,
académicos y de abuso de sustancias por lo general están presentes en la
depresión”
“Hasta un 15% de los individuos
con trastorno depresivo mayor mueren por suicidio; además, es factible que se
observe una tasa más alta de muerte prematura como resultado de enfermedades
médicas generales entre personas deprimidas”1
La
mujer víctima de una relación destructiva, puede morir como consecuencia de
alguna enfermedad producida por la propia depresión, mediante la disminución de
los sistemas inmunológicos.
1) Nezu, Arthur. “Formulación de casos y
diseño de tratamientos cognitivo-conductuales” Ed. Manual Moderno. México DF.
2006 Pp.65
Pero
cuales son los factores que hacen de la mujer un blanco fácil para ser
violentada.
“Factores asociados con el riesgo de que un
hombre maltrate a su mujer:
Factores individuales: edad
joven, beber en exceso, depresión, trastornos de la personalidad, poca
instrucción, bajos ingresos, haber presenciado o sufrido violencia de niño”.
Repercusiones del maltrato
de pareja en la salud
Haber sido víctimas de
violencia pone a las mujeres en mayor riesgo de:
1)
Depresión
2)
Intentos de suicidio
3)
Síndromes de dolor crónico
4)
Trastornos psicosomáticos
5)
Lesiones físicas
6)
Trastornos de aparato digestivo
7)
Diversos problemas de salud reproductiva”2
“Conforme se desarrolla la relación amorosa,
la mujer victima de maltrato, frecuentemente descuida su aspecto físico y se
deja engordar, además recurre al alcohol y las drogas. Sufre migrañas,
trastornos gastrointestinales, problemas de sueño o apetito. Su desempeño
laboral se deteriora y puede perder su empleo. Si es profesionista o tiene la
posibilidad de cursar una prometedora carrera profesional, prefiere abandonarla
y ocupar pequeños cargos sin relación con sus ambiciones generales o capacidad.
Con frecuencia sufre ataques de llanto y angustia y cae en profundos estados de
tristeza”3
2) Pizarro Villalobos, H.
“Violencia de género”, Ed. Ujed. Durango, Dgo. 2007 Pp.102-103
3) Lammoglia, E. “El triangulo del dolor” Ed.
De bolsillo. México DF, 2004 P.53
En
algunos estudios de la Organización Mundial de la Salud se muestra que el riesgo
de padecer depresión para la mujer es de dos a tres veces mayor que para el
hombre. Algunos factores de riesgo para la depresión de las mujeres son:
·
El matrimonio tradicional.
·
El cumplir el rol exclusivo
de ama de casa.
·
La doble jornada de trabajo
que provoca gran cansancio y estrés.
·
El tener tres o más hijos
pequeños. El cuidar a los niños, además de agotador, cuando se realiza como
única actividad, puede llevar a sentimientos de extrema soledad e
incomprensión.
·
El ser madre soltera, con la
responsabilidad de la economía familiar y el cuidado de los hijos.
·
La falta de soporte o ayuda
de amigos o familiares, el sentimiento de no tener a nadie que otorgue apoyo
emocional y comprensión.
·
La falta de cercanía
afectiva, de comunicación con la pareja.
·
La centralización exclusiva
en el poder de los afectos y el descuido o la exclusión del poder racional y
económico.
La
depresión, a su vez es un factor de riesgo para el consumo de alcohol, por sus
efectos desinhibidores y euforizantes, ya que permite alegrarse un poco, ayuda
a olvidar momentáneamente y a huir de la realidad.
Es
importante considerar que la depresión materna es, al mismo tiempo un factor de
riesgo para la depresión infantil y adolescente.
Características emocionales
de las mujeres que sufren maltrato.
Baja autoestima.
La valoración de las mujeres violentadas en sus hogares disminuye; sufren la
pérdida de su valía personal, del amor hacia sí mismas y del respeto que
merecen; no se sienten capaces de manejarse en todos los ámbitos de su
vida.
Aislamiento.
La persona agredida tiene la sensación de ser la única a la que le ocurre el
maltrato y además, tiende a no comunicarse con los otros. Finalmente termina
por romper con todas sus redes sociales y eso la hace que se sienta sola.
Miedo al agresor.
Esto es un producto de las constantes amenazas o manipulaciones, además de las
mismas experiencias de la violencia que han vivido, por lo que consideran que
su pareja es capaz de cumplir sus amenazas.
Inseguridad.
La persona que sufre maltrato se siente imposibilitada para tomar decisiones y
carece de seguridad en lo que hace, pues la convivencia con el agresor y la
transmisión de la idea de que el mundo es amenazante para ella le hace suponer
que le resultará difícil enfrentarse a tal situación.
Vergüenza.
Las mujeres maltratadas presentan dificultades para verbalizar su experiencia,
ya que se culpan por lo que les ocurre. Son introvertidas y tienden a guardar
silencio sobre su situación.
Culpa.
Asumir que lo que les pasa es solo responsabilidad de ellas, y como no están
haciendo las cosas “bien” merecen ser tratadas de esa forma.
Dependencia.
En algunas ocasiones las mujeres maltratadas dependen de la aprobación del otro
para decidir, sentir, pensar y actuar.
Depresión.
En términos generales, se refiere a la pérdida del sentido de la vida y se
manifiesta con la tristeza de no haber podido mantener una relación, la armonía
de su hogar y la estabilidad con sus hijos, por no haber cubierto las
expectativas que se esperaban de ella o por haber roto la estructura familiar.
En algunos casos, se encuentra el uso o abuso de drogas, alcohol o medicamentos
por parte de las mujeres violentadas, como forma de desahogo o mecanismo para
sobrellevar la dinámica de la violencia.
Otras afecciones que padecen
las mujeres violentadas son:
Síndrome de indefensión
aprendida. La persona violentada se adapta a las
circunstancias y al maltrato empleando mecanismos como la minimización, la
autovictimización y la negación de los hechos; prefieren hacer cualquier cosa
para minimizar su dolor y aumentar las probabilidades de supervivencia, en
lugar de arriesgarse a que la lastimen o maten tratando de escapar. La mujer es
cada vez más sumisa e introvertida por miedo de despertar la cólera del
agresor; su imagen y su autoestima se devalúan al grado de percibirse en la
indefensión aprendida, esto es en el desamparo condicionado que hace nula la
posibilidad de reacción provocada por la desesperanza y el continuo fracaso en
detener la violencia del hombre.
Síndrome de Estocolmo.
Se refiere a la reacción de suma dependencia que la victima establece con el
agresor como mecanismo de supervivencia.
Síndrome de fatiga crónica. Tiene
su origen en un desequilibrio emocional que produce agotamiento e
insatisfacción. Se presenta ansiedad, olvidos disminución de la concentración y
la memoria, falta de voluntad, etc.
Desorientación.
Se refiere a la desubicación espacio temporal.
Letargia.
Disminución de la actividad motora y somnolencia.
Rumia mental.
La mujer no deja de pensar en los episodios violentos, busca sus fallas o
defectos acompañados de ideas de destrucción y sometimiento. Tiene deseos de
matar o morirse y esta condición la sigue agotando cada vez más.
Además,
las mujeres agredidas se asumen como propiciadoras de actos violentos,
causantes de la infelicidad de sus hijos, incapaces de proporcionar felicidad o
satisfacción a su pareja; el enojo generado por la violencia recibida es
canalizado, principalmente hacia los hijos y hacia ellas mismas, lo que puede manifestarse
en padecimientos somáticos; se apegan a lo que tradicionalmente les manda su
papel de género, sienten que no tienen el poder para cambiar su estilo de vida
y más bien colocan el poder fuera de ellas.
El
estrés y la depresión afectan, igualmente, a todas las células del organismo,
entorpecen sus funciones y dan origen a numerosas enfermedades, incluidas las
más mortales y dolorosas.
Cómo
ya se ha mencionado, pero es necesario enfatizar que algunas de las consecuencias
que se pueden presentar son: trastornos del sueño y de la alimentación,
enfermedades dermatológicas, cefaleas, alta o baja presión arterial, ulceras,
colitis, gastritis, diarreas, colon irritable, embarazo no deseado,
enfermedades de transmisión sexual, estrés postraumático y suicidio.
Tratamiento de la depresión
Psicoterapia.
Psicoterapia de apoyo.
Este
tipo de terapia tiene como objetivo llevar al paciente hasta lograr su mejor
funcionamiento posible, tanto en lo social como en lo psicológico. Ayuda al
paciente a elevar su autoestima y su confianza en sí mismo.
Este
tipo de terapia en ocasiones se usa como preventiva, ayudando a la persona a
manejar aquellos eventos en su vida que puedan considerarse como detonadores de
una depresión o de otra enfermedad psicológica, y algunas veces, cuando éstas
aún se encuentran en etapa anterior. Este tipo de terapia ayuda a las personas
a anticiparse a las dificultades. La persona que se encuentra tomando este tipo
de terapia es animada a expresar sus emociones libremente y a que piense y
hable acerca del sentido que le dará a su vida cuando ocurra un evento. La
terapia de apoyo es muy útil para que la persona depresiva pueda salir
adelante.
Terapia de acompañamiento.
Este
tipo de terapia consiste en visitar o acompañar al paciente a realizar alguna
actividad de su preferencia, es decir
estar con el paciente para que se sienta acompañado y con la finalidad de que
se percate que puede existe alguien más
con quien puede contar y esto aumente como recurso.
Terapia para los familiares.
Es
muy importante que los familiares convivan con alguien que está sufriendo
depresión, o con quienes ellos sospechan que podría estar desarrollándola.
También es importante saber escuchar y demostrar paciencia frente a alguien que
está pasando por esta enfermedad ya que puede resultar significativo el hecho
de poder contar con alguien con quien compartir sus preocupaciones, con el fin
de evitar sentirse cada vez más aislada.
En
esta terapia se enfatiza en que los familiares y amigos brinden palabras de
aliento que se le deben repetir muchas veces, porque las personas deprimidas
tienden a dudar y a preocuparse excesivamente debido a la propia naturaleza del
padecimiento. Para que los familiares y amigos puedan hacer llegar el mensaje
tranquilizador mediante múltiples ocasiones, deberán de mantenerse los canales
de comunicación abiertos.
La importancia de hablar
El
´´tener con quien hablar´´ en casos de depresión puede ser una práctica común
para los médicos generales, psiquiatras y psicoterapeutas; pero es importante
que las personas depresivas cuenten con alguien con quien hablar en un nivel
menos formal. Si los amigos o los familiares se toman el tiempo de tener
conversaciones regulares con alguien que está deprimido o con alguien que está
al borde de la depresión, se podrá prevenir que la enfermedad los lleve a
estados depresivos mayores o incluso que ésta emerja.
Hablar con alguien que haya
pasado por lo mismo.
Resulta
muy valioso para aquellos que están sufriendo de depresión tener la oportunidad
de hablar con alguien que haya padecido la depresión y que se haya recuperado
de ella. Es muy importante hablar con personas que están deprimidas, sin
importar en que etapa de su padecimiento se encuentren.
Grupos de autoayuda.
Consisten
en un conjunto de personas que se reúnen porque tienen o han tenido, problemas
similares. La idea es que las personas que viven o que ya han vivido esta
situación y han salido adelante, son las más indicadas para ayudar a las
personas que tienen un problema en particular o a las personas que están
sufriendo un desorden determinado. Lo que se sugiere es que se trata de un
camino informal, pero valioso, para que las personas trabajen sus problemas
dentro de un ambiente amigable y comprensivo.
Medicación.
El
uso de antidepresivos que debe ser recetado por el médico general o el psiquiatra.
CONCLUSIÓN
Y PROPUESTA
Es
importante remarcar que hablar de depresión no es referirse a tristeza; más
bien se alude a un abatimiento y una disminución de las capacidades vitales del
ser humano que se refleja en muchas otras enfermedades y su asociación con la
violencia de género.
Se
puede concluir también que como consecuencia de la violencia o maltrato no
siempre se manifiesta la depresión en su estado más puro, es decir existe una
comorbilidad, además muchas veces lo que se diagnostica es una enfermedad
física a la que difícilmente se le encontrara cura, pues el verdadero
padecimiento es un trastorno depresivo.
Cómo
responsable de la salud mental se debe reflexionar acerca del tema y considerar
la importancia de crear redes de apoyo. Las personas se desarrollan a partir de
las relaciones que van formando a lo largo de su vida con los demás, dichas
relaciones con otros miembros de la sociedad son constantes, dinámicas y
recíprocas, por lo tanto, brindan apoyo emocional y aprendizaje. Las redes
promuevan estilos de vida saludables, favorecen la salud mental, otorgan
seguridad y reducen el estrés.
La
familia, la escuela y el grupo de amigos son los contextos cercanos a la
persona; es decir son sus redes de apoyo primarias. Existen desde luego, otras
redes que surgen de acuerdo con las actividades que se desempeñan y los
entornos que se frecuentan y que pueden ser más amplios por ejemplo, los
vínculos con las personas que están en otros ambientes como el recreativo, el
deportivo, cultural y el laboral.
Mientras
más amplias sean las redes, habrá mayor protección contra cualquier trastorno
mental o emocional. Por el contrario si las redes de apoyo son reducidas, existirán
más probabilidades de sufrir enfermedades más severas como la depresión.
Las
redes sociales de apoyo son entonces necesarias para el desarrollo de las
personas. Se requieren para organizar las actividades de educación, formación y
de crecimiento. Cuando hombres y
especialmente las mujeres se enfrentan a problemas o crisis, esas redes o
grupos brindan apoyo respondiendo a esos conflictos. Las relaciones con una o
más personas son necesarias para resolver los problemas adecuadamente.
En
los casos de violencia o maltrato las redes de apoyo tienden a ser débiles.
Entonces la tensión, la ansiedad, la angustia, la depresión, la
agresión, intolerancia, el estrés se agudizan y pueden afectar a varios
miembros de la familia no solo a la víctima.
Por
ello es importante favorecer los contactos extrafamiliares con amigos, vecinos,
compañeros de la escuela o de trabajo, y con los conocidos que frecuentan
espacios de recreación, clubs y grupos de la comunidad. Es conveniente,
propiciar en la mujer actividades extrafamiliares y extracurriculares que
estimulen estilos de vida saludables; por ejemplo, practicar algún deporte,
alguna actividad artística, integrarse a grupos de lectura, o acudir a
instituciones de servicio que brinden ayuda.
BIBLIOGRAFÍA.
Sarason.
“Psicología anormal: el problema de la conducta inadaptada” Ed. Pearson.
México, 2006.
Nezu,
Arthur. “Formulación de casos y diseño de tratamientos cognitivo-conductuales”
Ed. Manual Moderno. México DF, 2006
Jeammet P.
y cols. “Psicología médica” Ed. Masson. Barcelona España, 2003
Bellak.
“Psicoterapia breve y de emergencia” Ed. Pax. México DF, 1980
Lammoglia, E. “El
triangulo del dolor” Ed. De bolsillo. México DF, 2004
Pizarro Villalobos,
H. “Violencia de género”, Ed. Ujed. Durango, Dgo, 2007
Centros de
Integración Juvenil, A.C “Mujer y drogas. Recomendaciones preventivas”. Zacatecas, 2004
Fernández
C. y cols. “violencia familiar y adicciones. Recomendaciones preventivas”. México 2007
MacLaren
Liz. “Como entender y aliviar la depresión” Ed. Tomo, 2004
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