UNIVERSIDAD
AUTONOMA DE DURANGO
CAMPUS ZACATECAS
MAESTRÍA
EN PSICOLOGÍA CLÍNICA
Ensayo:
TRASTORNO BORDERLINE.
L.N. MARÍA MAGDALENA DE LA TORRE PICHARDOO
TRASTORNO
BORDELINE
La personalidad abarca dimensiones cognitivas, emocionales y
conductuales que, por sí mismas, o en combinación con otros factores, pueden
causar la desadaptación. Las formas características que tiene una persona para
responder algunas veces se conocen como su personalidad.
La personalidad es compleja y única, ya que los individuos son diferentes
unos de otros. Los estilos pueden ser desadaptados si un individuo es
incapaz de modificar su conducta cuando
el entorno en que vive experimenta cambios significativos que requieren de enfoques diferentes. Si las
características de la personalidad del individuo no son lo suficientemente
flexibles como para permitir que un individuo responda en forma adaptada ante,
por lo menos, una variedad normal de situaciones, es probable que presente un
trastorno. Los trastornos de personalidad son formas duraderas, desadaptadas e
inflexibles de relacionarse con el entorno.
Para diagnosticar los trastornos de personalidad existe el
DSM-IV donde se clasifican según sus características, este se divide en 5 ejes,
los cuales proporcionan información sobre los aspectos biológicos, psicológicos
y sociales de la condición de una persona.
·
En el eje I se encuentra
reunida la mayoría de los trastornos o condiciones incluidos en el sistema de
clasificación, excepto los trastornos de personalidad y el retraso mental.
·
El eje II trata con trastornos
de personalidad y retraso mental, que generalmente empiezan en la niñez o
en la adolescencia y que por lo general continúan hasta la edad adulta.
·
En el eje III describe
condiciones médicas generales que parecen relevantes para un caso.
·
El eje IV describe los
problemas psicosociales y ambientales.
·
El eje V evalúa globalmente el
funcionamiento psicológico, social y de las actividades ocupacionales del
paciente.
El trastorno limite de la personalidad (TLP) fue incorporado al
DSM – III en 1980. Los orígenes de este diagnostico se remontan a las
observaciones clínicas de Adolph Stern, un psicoanalista que en su consulta particular
identifico un subgrupo de pacientes que no encajaban en los limites habituales
de la psicoterapia ni en el sistema clasificatorio vigente en la época, un
sistema que se encontraba en la división entre la psicosis y neurosis.
Fue Otto Kernberg quien definió la Organización Limite de la
Personalidad como una de las tres formas de organización de la personalidad,
bien diferenciada de la de pacientes más enfermos, que presentaban una
organización psicótica de la personalidad, y la de pacientes más sanos, con una
organización neurótica de la personalidad. Estructuró tres niveles en la
patología psiquiátrica:
·
Neurótico
·
Límite
·
psicótico.
La organización límite de la personalidad se caracterizaba por
una formación débil o fallida de la identidad, defensas primitivas
(concretamente escisión e identificación proyectiva), y un juicio de la
realidad que se perdía transitoriamente en situaciones de estrés.
El nivel de funcionamiento límite se caracterizo por un juicio
de la realidad conservado, que sólo puede romperse por tiempo limitado en
situaciones de estrés importante. A nivel defensivo, el paciente límite utiliza
defensas de carácter primitivo, fundamentalmente dos:
·
La identificación proyectiva: es un
mecanismo defensivo propio del paciente límite. Consiste en proyectar un
impulso parcialmente sobre otra persona, de forma que el paciente sigue
experimentándolo al mismo tiempo.
·
La escisión: supone la división de los
objetos externos en “completamente buenos” y “completamente malos” lo que
provoca cambios repentinos y completos de todos los sentimientos e ideas que la
persona limite tiene sobre las personas emocionalmente significativas y sobre
el propio yo.
·
También existe difusión de identidad: los aspectos
contradictorios del sí mismo y de los demás no están integrados. Esto lleva a
que el paciente tenga autopercepciones contradictorias, una visión pobre y
hueca de los demás y una experiencia subjetiva de vacío crónico.
Sin embargo Bergeret pensaba
en el trastorno como una estructura
fallida, consideró la organización límite como un fracaso en el proceso de
estructuración del psiquismo. Esta organización es de carácter inestable y fluctuante, aunque en diferentes momentos
puede aparentar que clínicamente representa una de las dos grandes
organizaciones psíquicas. La no estructuración del límite da lugar a un modo
desorganizado del carácter que puede estudiarse tomando en consideración dos
partes: por un lado, un sistema defensivo de tipo adaptativo, que permite que
el sujeto tenga un funcionamiento
adecuado cuando no existe un conflicto, por otro, lo que llama “registro
anaclítico”, que es la parte más débil y que funciona con una íntima
dependencia hacia figuras externas idealizada, que pueden ir cambiando de
acuerdo con la vida del sujeto.
La ansiedad de estos
pacientes situados a este nivel es de pérdida de objeto. Necesitan una figura de
sostén que les permita contener sus ansiedades y situarse con cierta seguridad
en el mundo. Por ello, entran en crisis emocionales graves cuando existe una
amenaza real o fantaseada de pérdida de esta figura.
Grinker y su grupo definieron operativamente grupos de conductas
verbales y no verbales referidas a funciones concretas del yo, con el fin de
definir empíricamente las características que definiera un tipo de
personalidad, a partir de análisis de la conducta de un grupo seleccionado de
pacientes, establecieron grupos de síntomas compatibles con la personalidad límite.
Los síntomas más comunes eran:
·
La ira como afecto
sobresaliente.
·
Serias dificultades para
establecer relaciones íntimas
·
Ausencia de una identidad
cohesionada
·
Fuerte tendencia hacia la
depresión.
Spitzer en los años ochenta, planteó que el concepto de límite
todavía seguía siendo confuso, las definiciones eran contradictorias, estaban
basadas en conceptos metapsicológicos y faltaban criterios fenomenológicos comúnmente
aceptados para definir el trastorno. Por ello, hizo un estudio en el que
propuso nueve criterios en los que obtuvo un alto nivel de validez y que
permitía ser mas específicos y sensibles en el diagnóstico.
Estos son:
1. Trastorno de la identidad, manifestado por la inseguridad sobre distintos temas relacionados con la identidad como:
autoimagen, identidad sexual, elección de carrera u objetivos a largo plazo,
patrones de amistad, valores o lealtades.
2. Un patrón de relaciones
interpersonales inestables e intensas.
3. Impulsividad o impredecibilidad en, al menos, dos áreas que sean
potencialmente autolesiva.
4. Ira intensa inapropiada o falta de control de la rabia.
5. Actos autolesivos, como mutilaciones o intentos suicidas.
6. Historia laboral o logros
académicos inestables o pobres teniendo en
cuenta el nivel intelectual, grado académico y oportunidades vitales.
7. Inestabilidad afectiva, marcados cambios del humor normal a
depresivo, irritabilidad o ansiedad que habitualmente dura horas o raramente
pocos días, volviendo luego al humor normal.
8.
Sentimientos crónicos de vacío.
9. Dificultades para tolerar
estar solo.
La dificultad de llegar a una descripción única de los
trastornos definidos como bordeline o trastorno limite de la personalidad ha
sido durante mucho tiempo uno de los problemas más graves de la psiquiatría. El
uso limitado del término trastorno
borderline propuesto por el DSM-IV chocaba contra la práctica del uso extensivo
del mismo propuesto por varios autores como kernberg. Éste habla explícitamente
del nivel de funcionamiento borderline lo cual se encuentra en descrito tanto
en el eje I como en el II.
Las características clínicas principales del trastorno limite de
la personalidad que se encuentran en el DSM-IV son las siguientes.
1. Esfuerzos desesperados por evitar un abandono real e imaginario.
2. Relaciones interpersonales inestables o intensas.
3. Sentido del yo persistente y muy desequilibrado, distorsionado o
inestable.
4. Impulsividad en áreas como el sexo, el consumo de sustancias, el
crimen o la imprudencia al manejar.
5. Pensamientos, gestos y conductas suicidas recurrentes.
6. Inestabilidad emocional con periodos de depresión irritabilidad
o ansiedad extrema.
7. Sentimientos crónicos de vacio.
8. Enojo intenso inapropiado o falta de control del enojo.
9. Pensamientos paranoides pasajeros relacionados con el estrés o
severos síntomas disociativos.
Desde
1980 que Spitzer agregó estas nueve caracteristicas, la categoría límite se ha
utilizado con tanta frecuencia, que de 10 a 20% de los pacientes psiquiátricos
reciben este diagnostico, de los cuales alrededor de dos tercios de las
personas con trastorno limite son mujeres.
La
dependencia y la manipulación son características de las relaciones interpersonales
de estos pacientes. Las conductas autodestructivas se conocen como “la
especialidad conductal” de quienes padecen este trastorno, los más comunes son
la sobredosis de drogas y la
automutilación, así como las amenazas de suicidio.
La
intolerancia a estar solo es un problema central observado con frecuencia en el
trastorno límite, no existe una causa de este malestar, puede ser que se asocie
con un terrible sentimiento de ser malo lo que provoca profundos sentimientos
de culpa y vergüenza, tanto que cuestionan su valía para vivir. Esto puede
deberse a fallas básicas de la familia, en particular aquellos cercanos, por la
razón que sea el problema principal puede ser la incapacidad del niño de ver a
las personas como alguien confiable, coherente y siempre disponible. Algunas de
las personas con trastorno limite muchas veces fueron abusadas de niños, o
creían que éste era el caso.
Todo
esto hace difícil la interacción con ellos tanto en el tratamiento como en la
terapia sobre todo por la dependencia y la manipulación, como en otros
trastornos, antes de tratar hay que plantarse si se puede prevenir, pues hay
psiquiatras que abogan por la identificación temprana, así como potenciar la
atención terapéutica.
Algunos
psiquiatras consideran que el plan de tratamiento debe dividirse en 5 puntos:
1. La
evaluación de todo TLP debe comenzar por el factor de riesgo de suicidio, que
se debe evaluar sobre la base de varios puntos. En primer lugar, el
comportamiento suicida o auto destructivo, en segundo lugar, la presencia de un
diagnóstico en eje I que agrave el riesgo (trastorno de alimentación o del
estado de animo), o de otro tipo, como abuso de sustancias, que también
incremente el riesgo de suicidio. Así también
el mal funcionamiento laboral y familiar. Una vez evaluado el riesgo de
suicidio se debe hacer una evaluación global que incluya el grado y tipo de
deterioro funcional, los conflictos, las defensas, los estilos de afrontamiento,
los estresores psicosociales, etc. Se debe informar a los familiares sobre el
tipo de respuesta que se espera del tratamiento, anticipando problemas de forma
realista, antes que alentar esperanzas irreales.
2. Establecimiento
del contrato, donde se incluyen los temas que el paciente considera importantes
como la reducción de síntomas, la frecuencia de las consultas y el manejo de
las crisis. Hay que adelantar el papel del clínico para que ofrezca
comprensión, explicación, atención y actitudes respetuosas al paciente. En caso
de que el paciente intente suicidarse o se autolesione será candidato para ingresarlo en un hospital o una residencia de
2 a 8 semanas. El rol de los psiquiatras es dar un buen control al uso de medicamentos
que puedan modular los síntomas afectivos, cognitivos e impulsivos, pero no se
puede pretender que suprima sentimientos de ira, tristeza y dolor en respuesta
a separaciones, rechazos u otros estresantes vitales; por lo cual, si se
producen, hay que buscar un afrontamiento adecuado limitando los cambios
frecuentes de medicación en busca de la mejoría del estado de ánimo
transitorios.
3. La
selección del tratamiento se basa en la combinación del tratamiento
farmacológico para la reducción de síntomas, como: inestabilidad afectiva, la
impulsividad y el comportamiento autodestructivo, junto con al psicoterapéutico
prolongado.
4. Las
estrategias terapéuticas establecen dos posibles orientaciones terapéuticas:
una de ellas, la terapia conductual dialéctica, la otra la psicodinámica. Ambas
hacen hincapié en que la duración del tratamiento debe ser prolongado.
5. Por
ultimo debe tomarse en cuenta la comorbilidad de la patología en el paciente.
Un
grupo de españoles que lleva trabajando años en este trastorno nos da las
siguientes consideraciones, las cuales establece a modo de síntesis en 15
puntos:(7)
1. Hay
que dar información al paciente para que asuma el trastorno.
2. Es
necesario la información al medio familiar como refuerzo y apoyo.
3. Plantear
al paciente objetivos alcanzables y a corto plazo.
4. La
duración del tratamiento rondará los dos años.
5. La
terapia y las normas deben ser muy directas.
6. Trabajar
en un marco terapéutico estable.
7. Es
primordial identificar y desactivar las conductas autodestructivas.
8. Hay
que contemplar los sentimientos y expectativas del paciente.
9. Es
imprescindible la observación de la contratransferencia.
10. El
enfoque terapéutico debe ser global y coordinado.
11. Al
paciente límite hay que ponerle límites.
12. El
límite narcisista/ antisocial boicoteará el tratamiento.
13. Vigilar
los grados de dependencia que establece el paciente con el profesional.
14. Reducir
las conductas oposicionistas.
15. Reducir
los grados de relación entre los pacientes fuera de la terapia.
Otto
kernberg ha desarrollado un método terapéutico específico llamado psicoterapia
focalizada en la transferencia. Durante esta terapia aparecen conflictos que el
paciente vive intensamente con el terapeuta y que reflejan las imageness
internas escindidas e intensamente cargadas de afecto. En la medida en que
estas imágenes internas se reactivan, el paciente ve al terapeuta como una
figura idealizada de la que tiene necesidad. Las frustraciones que aparecen en
el curso del tratamiento hacen que se reactiven imágenes extremas y
persecutorias, cargadas de odio y depositadas sobre el analista. Así, el fallo
mínimo del terapeuta percibido por el paciente es vivido como una traición, en
cuanto el paciente bordeline vive todas las relaciones con una sospecha
paranoide. En el mecanismo para percibir estos cambios emocionales del paciente
se distinguen tres vías: los mensajes verbales del paciente, los no-verbales y
la propia contratransferencia del terapeuta. El tratamiento está basado en como
ambas imágenes responden a la misma persona, conciliarlas y de esa manera,
neutralizar el afecto negativo que el paciente límite vive de forma
desproporcionada. Por lo que el paciente
consigue desarrollar un proceso de integración de sus objetos internos y ello
genera el desarrollo de una estructura psíquica más sana y adaptada, en que se
resuelve la difusión de identidad y las defensas patológicas son sustituidas
por otras más adaptadas.
El tratamiento farmacológico y
terapéutico para estos pacientes es esencial para su mejoría, solo así podrán
adaptarse y reincorporarse a la sociedad, en la mayoría de los casos los
pacientes no logran darse de alta en el tratamiento farmacológico y en el
terapéutico si, aunque como ya se mencionó antes estos suelen ser muy largos.
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